Sobre el quehacer poético
9 abril, 2009 Deja un comentario
1.
El instinto poético se despertó en mí gracias a la percepción más aguda de la realidad, experimentando, con un eco más hondo, la hermosura y la atracción del mundo circundante. Su efecto era, como en cierto modo ocurre con el deseo que provoca el amor, la exigencia, dolorosa a fuerza de intensidad, de salir de sí mismo, anegándome en aquel vasto cuerpo de la creación. Y lo que hacía aún más agónico aquel deseo era el reconocimiento tácito de su imposible satisfacción.
A partir de entonces comencé a distinguir una corriente simultánea y opuesta dentro de mí, hacia la realidad y contra la realidad, de atracción y de hostilidad hacia lo real. El deseo me llevaba hacia la realidad que se ofrecía ante mis ojos como si sólo con su posesión pudiera alcanzar certeza sobre mi propia vida. Mas como esta posesión jamás la he alcanzado sino de modo precario, de ahí la corriente contraria, de hostilidad ante el irónico atractivo de la realidad . Puesto que, según parece, esta es la experiencia de alguno filósofos y poetas que admiro, con ellos concluyo que la realidad exterior es un espejismo y lo único cierto mi propio deseo de poseerla. Así pues, la esencia del problema poético, a mi entender, la constituye el conflicto entre realidad y deseo, entre apariencia y verdad…
2.
en esa lengua he intentado yo escribir poemas en aquellos años y en los posteriores: para hablar, para orientarme, para averiguar dónde me encontraba y a dónde ir, para proyectarme una realidad.
Era, como ven, acontecimiento, movimiento, estar de camino, el intento de encontrar una dirección.. Y cuando pregunto por su sentido tengo que reconocer que en esa cuestión también tiene algo que decir la cuestión del sentido de las agujas del reloj.
Pero el poema no es intemporal. Por supuesto encierra una pretensión de infinitud, intenta pasar a través de él, no por encima de él (…) el poema puede ser una botella lanzada con la confianza –ciertamente no siempre muy esperanzadora- de que pueda ser arrojada a tierra en algún lugar y en algún momento, tal vez a la tierra del corazón. De igual forma, los poemas están de camino, rumbo hacia algo.
¿Hacia qué? Hacia algo abierto, ocupable, tal vez hacia un tú asequible, hacia una realidad asequible a la palabra.
Tales realidades son las que tienen relevancia para el poema.
Y creo que reflexiones como ésta no sólo acompañan mis propios esfuerzo, sino también las de otros poetas de las nuevas generaciones. Son los esfuerzos de aquel a quien sobrevuelan estrellas, obra del hombre, y que sin amparo, en un sentido inimaginable hasta ahora, terriblemente al descubierto, va con su existencia al lenguaje, herido de realidad y buscando realidad.
Paul Celan. Fragmento del Discurso con motivo de la concesión del premio de literatura de la ciudad libre hanseática de Bremen. 1958