10 diciembre, 2012
por llximo

Mi primer contacto con la historia de la filosofía se remonta a 1980. Aún era muy reciente la promulgación de la Constitución que ponía fin al “Régimen”, aunque todavía eran patentes las resistencias de éste a desaparecer. La lectura de dos libros de Javier Cercas, Las leyes de la frontera y Anatomía de un instante, me han hecho rememorar recientemente aquellos años en que se tramaban golpes de estado en las cafeterías, los adolescentes aprendían a “puentear” los 124 y la heroína entraba a galope para asolar barrios marginales y obreros.
Mi descubrimiento de la filosofía fue bastante ordinario, no tuvo el aspecto de una revelación, ni fue resultado del encuentro con ninguna personalidad carismática, fue el encuentro con un libro: la Historia de la filosofía de Navarro Cordón y Tomás Calvo publicado por editorial Anaya para estudiantes de COU; sin embargo, es el acontecimiento más decisivo en mi determinación posterior de estudiar filosofía, en que haya dedicado más de veinte años a enseñar filosofía y de que en este momento esté escribiendo esta remembranza. El encuentro fue casual, pero abrir ese libro y comenzar a leerlo no fue, sin embargo, nada trivial ni anodino; fue la experiencia de apertura a un mundo absolutamente nuevo y desconocido para mí: Europa; es decir, los primeros intentos del genio griego de racionalizar la naturaleza y el estado, la tensión entre lo humano y lo divino, entre la razón y la fe, de los medievales; el yo esforzado en el dominio sobre el mundo en la filosofía moderna; la denuncia de la superstición, del fanatismo y la defensa de los principios de la libertad en empiristas y liberales británicos, la defensa de la autonomía moral y de la dignidad humana por Kant, la denuncia marxista de la alienación y explotación del hombre -qué incómodo nos resulta hoy Marx-, el coraje y la elegancia intelectual de Bertrand Russell… y entre aquellos hombres aparecía también un elemento extraño: José Ortega y Gasset, un hombre que filosofaba desde la Sierra de Guadarrama, asomado a El Escorial, que escribía obras tituladas como Meditación del Quijote, La rebelión de las masas o España invertebrada. Aquel hombre, Ortega, tuvo la osada intención de poner a España a ”la altura de los tiempos”, del tiempo de la mejor Europa, para ello se hacía necesario disciplina intelectual, rigor, método, voluntad de sistema; las actitudes propias de la filosofía y de la ciencia, de las que tan escasa se mostraba la cultura española. De lo que era un yermo filosófico emergió alrededor de su magisterio en pocos años una escuela filosófica –Escuela de Madrid, se dice- de extraordinario valor intelectual, José Gaos, Xavier Zubiri, García Morente, María Zambrano, Julián Marías, Ferrater Mora… Una generación a la altura de lo mejor de cualquier universidad europea, pero llegó el 36 y, ya sabéis, todos aquellos hombres desperdigados por Europa, América o en el exilio interior… Aquí se hizo silencio o palabra dictada durante muchos años.
Nosotros, mi generación, no vivimos aquellos años. Nosotros dispusimos, encima de nuestro pupitre, de libros como la historia de la filosofía antes citada. Ahora, cuando parece que libros como éste no van a estar en nuestras aulas de bachiller, uno siente que se está ocultando, secuestrando, algo valioso, que se está generando algo con efectos perniciosos. Una historia de España, del arte, de la literatura y de la lengua española aislada, ignorante, de la historia de las ideas y del pensamiento europeo no es la mejor historia de España. No es la historia de España que muchos queremos.
Ir a inicio Meme
Seguir Meme Historia de la filosofía. De la utilidad de la filosofía
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...