Los años en que filosofamos
28 agosto, 2012 Deja un comentario
En 1914, Ortega se define como «un profesor de Filosofía «in partibus infidelium»; veinte años después existe lo que se va a llamar la Escuela de Madrid, se conocen antes que en otros países los libros de primer orden escritos en cualquier parte, y grandes minorías de no profesionales se interesan por libros y cursos filosóficos y los absorben como nunca había ocurrido en ninguna otra época, más de lo que ocurre en ningún país europeo, sin excepción. Algo análogo ocurre con otras disciplinas, y por supuesto con una literatura cuya calidad no cede a ninguna otra. Todo esto es generalmente reconocido en el mundo cuando se trata de pintura y, al menos en cierta medida, de música; pero no respecto de la literatura, la filosofía, la historia. ¿Por qué? Se pensará tal vez que la calidad de los cultivadores de estos últimos campos no llegaba a la de los pintores o músicos. Ningún español responsable pensará que éstos eran superiores a filósofos, poetas, novelistas o filólogos. Lo que sucede es que, ante todo, pintura y música no necesitan traducción y son inmediatamente accesibles; el español era poco leído en el resto de Europa, porque —por muchas razones y algunas sinrazones— desde hacía mucho tiempo no se esperaba nada inesperado; y como se leía poco, se traducía menos; y siempre se pierde en la traducción. Además, la pintura tiene valor económico, hay un comercio que la potencia, mientras que los libros, reproducidos por la imprenta, apenas valen nada. Finalmente, y esto es lo más importante, los que escriben dicen algo, y eso que dicen fácilmente no gusta a tales o cuales españoles, que se apresuran a negar su valor; lejos de potenciar sus obras, hacen todo lo posible por destruirlas.
España inteligible. Julián Marías.