Autocríticas
2 febrero, 2018 2 comentarios
Han sido los últimos tiempos en la escuela española hostiles con la filosofía. Al menos durante los últimos treinta años cada nueva ley educativa ha pretendido reducir su presencia en el ámbito escolar, mal que bien se han ido resistiendo estos embates, atenuado los males, y a día de hoy, a pesar de los pesares, seguimos contando con su presencia -cada vez más débil, marginal y lo peor: más cuestionada. No es de extrañar que este cuestionamiento permanente , y este amagar con el golpe de gracia, acabe por tener efectos en los docentes, los más leves el cansancio, la hartura, la indiferencia, el más grave: el malestar provocado por la sospecha de la propia nulidad. Este malestar y esta sospecha se intenta conjurar con la exigencia -desde fuera y desde dentro- de autocrítica. Me parece adecuado, pues no es agradable ni conveniente la recreación victimista.
Un término común de estas autocríticas suele ser la pedagogía -la didáctica. Parece concluirse que los males citados son el efecto (cuando no el merecido castigo) consecuente a una recalcitrante mala práctica pedagógica. Y así se nos apremia a ponernos a la altura de los tiempos.
Lo malo, al menos a mí me lo parece, es que esta autocrítica acaba por parecerse a tragar el anzuelo y rendirse al enemigo.
Preferiría una autocrítica en el sentido de un pequeño comentario (Luis Roca Jusmet) que acabo de leer sobre Foucault: la tarea del filósofo consiste en desmontar los discursos para ver los juegos de poder y de saber a los que está sujeto.
Hola Ximo
Por casualidad, he encontrado este blog.
He recordado algunos mails filosóficos que dirigías a tu “dilecta alumna”.
Cuánto tiempo ha pasado!!
Me gustaría saber de ti; voy a seguir este blog
¡Vaya sorpresa!
El blog está en estado casi vegetativo, pero échale un vistazo, seguro que alguna sonrisa te arrancará…
Y haz algún comentario.