Las nubes. Pretexto para el esbozo de una introducción a Kant en primero o segundo de bachiller.

Inútilmente interrogas.

Tus ojos miran al cielo.

Buscas detrás de las nubes,

huellas que se llevó el viento.

Buscas las manos calientes,

los rostros de los que fueron,

el círculo donde yerran

tocando sus instrumentos.

Nubes que eran ritmo, canto

sin final y sin comienzo,

campanas de espumas pálidas

volteando su secreto,

palmas de mármol, criaturas

girando al compás del tiempo,

imitándole la vida

su perpetuo movimiento.

Inútilmente interrogas

desde tus párpados ciegos.

¿Qué haces mirando a las nubes,

José Hierro?

Las nubes. José Hierro.

Juguemos a buscar figuras reconocibles en un cielo con  nubes blancas,   dispersas, recortadas en su azul:  allí vemos un rostro, unas huellas,  un instrumento, unas manos, una campana… es claro que nada de eso puede ser visto si carecemos del concepto correspondiente.  Este reconocer no es mera pasividad, sino que presupone una actividad en la que recortamos,  separamos  y unimos para formar la figura; que no es un acto de pasividad inmediata se evidencia cuando intentamos que otro vea la misma imagen: éste tendrá que esforzarse en esa actividad de manera consciente hasta que la imagen nombrada aparezca ante sus ojos. 

 Interpretemos esto a la manera kantiana.  

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Autocríticas

Resultado de imagen de afilando el cuchillo

Han sido los últimos tiempos en la escuela española hostiles con la filosofía. Al menos durante los últimos treinta años cada nueva ley educativa ha pretendido reducir su presencia en el ámbito escolar, mal que bien se han ido resistiendo estos embates, atenuado los males, y a día de hoy, a pesar de los pesares,  seguimos contando con su presencia -cada vez más débil, marginal y lo peor: más cuestionada.   No es de extrañar  que este cuestionamiento permanente , y este amagar con el golpe de gracia,  acabe por tener efectos en los docentes,  los más leves el cansancio, la hartura, la indiferencia,  el más grave: el malestar provocado por la sospecha de la propia nulidad.  Este malestar y esta sospecha se intenta conjurar con la exigencia -desde fuera y desde dentro- de autocrítica. Me parece adecuado, pues no es agradable ni conveniente la recreación victimista.

Un término común de estas autocríticas suele ser la pedagogía -la didáctica. Parece concluirse que los males citados son el  efecto  (cuando no el merecido castigo) consecuente a una recalcitrante mala práctica pedagógica. Y así se nos apremia a ponernos a la altura de los tiempos.

Lo malo, al menos a mí me lo parece, es que esta autocrítica acaba por parecerse a tragar el anzuelo y rendirse al  enemigo.

Preferiría una autocrítica en el sentido de un pequeño comentario (Luis Roca Jusmet) que acabo de leer sobre Foucault:  la tarea del filósofo consiste en desmontar los discursos para ver los juegos de poder y de saber a los que está sujeto.

Per què filosofia? II


 

Tras el enorme éxito de asistencia en la presentación en Valencia, esperamos poder repetirlo el próximo 7 de febrero en Alicante.

Un libro que promete cuanto menos unas horas de amena lectura. Melancólicas, tal vez, para aquellos que nos hemos dedicado de alguna manera a este asunto de la filosofía.  Pero que alimentarán y reforzarán la simpatía de aquellos que ya la poseen previamente.

Milagros, no, de eso, no esperamos. Saulo continuará siendo Saulo, más cargado de razones.

Por qué Filosofía.

Este es un proyecto llevado a cabo por alrededor de ochenta autores: profesores, alumnos y profesionales de otros asuntos.  Todos ellos reunidos en torno a una cuestión pertinaz:  Por qué filosofía.  Una cuestión que – junto a su forma bastarda:  Para qué la filosofía– acompaña a esta disciplina a través de toda su historia desde su surgimiento en la antigua Grecia. Una cuestión que alguno resolvió en la admiración, otros en el aburrimiento, en la angustia… en la desesperación. Y que recientemente se nos presenta en su forma más mostrenca con la aparición de una discutida ley educativa que ha amenazado con relegarla del sistema educativo.

Algunos parece que no se resignan.

Por mi parte estoy deseando tenerlo entre manos. Si de algo estoy seguro es de que no será una lectura aburrida. Ya lo dijo alguien: Los filósofos dan mucha guerra.