¿Qué es un buen profesor?
1 noviembre, 2011 7 comentarios
Finalmente, el curso de introducción a la Filosofía estaba a cargo de dos profesores: Morente y Zubiri. Fui el primer día a clase de Morente, pero no me gustó, tal vez por sus patillas o por su entonación -luego fue profesor mío muy querido y admirado durante varios años-. De Zubiri no sabía nada; pregunté a un compañero de Instituto, que estudiaba Derecho, y me contestó: «Es un cura muy pincho». Probé su clase; era muy joven, no había cumplido treinta y tres años, y parecía más joven todavía, un estudiante; pero iba vestido de sotana nueva y limpísima, muy repeinado; era muy bajo de estatura, menudo, nervioso; hablaba muy deprisa, en voz baja, paseando de un lado a otro.
Alguna vez he recordado que me senté al lado de una muchacha muy guapa, que había asistido a la primera clase, y le pregunté: «¿Qué tal?» Me contestó, literalmente: «Estupendo. No se entiende una palabra». No había ironía en la respuesta: ni esa chica, ni casi ningún alumno, habían entendido, pero tenían la impresión de que era estupendo. El talento de Zubiri era evidente; su pasión intelectual, también; su desdén por la pedagogía, manifiesto. Hablaba de lo que le interesaba, sin miramientos. Comentábamos la Monadología de Leibniz. Como sabía que yo estudiaba Ciencias, me decía a veces: «Usted. joven matemático, lo entenderá bien». Ponía en el encerado nombres griegos, aunque no habíamos estudiado esa lengua; alguna vez llegaba al hebreo. Declaró que aprobaría a todo el mundo. No había más que dos posibilidades: ahogarse o salir nadando. Lo decisivo es que nos mostró lo que es la filosofía y nos infundió un tremendo respeto por ella.
La misma idea en Thomas Mann.
Muy apropiada la elección de este texto. Gracias
Me alegro de que te guste, David.
Si alguien que habla te apasiona aunque no le entiendas muy bien, al final acabará apasionándote lo que dice y entendiéndole. Me pasó con un profesor gallego (Pepe Rialto) en clases de matemáticas en el instituto. Creo que a todos nos demostró que podíamos acercarnos y aprender aquella asignatura que tanto temíamos y además disfrutar con el proceso. Tanta pedagogía acaba alejándote del objetivo principal: enseñar y transmitir lo que uno sabe.
De hecho, Chafi, creo que el problema de la enseñanza actual es que muchos se empeñan en enseñar lo que no saben…
¡Qué alegría de buena mañana! Delicioso fragmento como desayuno. Gracias Felipe. Porque ahora, en cuanto vuelta a la rutina del quehacer diario, otra vez a escuchar la canción de siempre, sobre todo en las próximas semanas pre-electorales. ¡Miedo y asco en «Las Vegas»!
Pues nada A.J.A.C., de vez en cuando nos desayunaremos un fragmentito de Marías… y a ver cuándo vamos a por unas morcillas.
Queda pendiente. Bienvenidas sean esas morcillas. Un saludo.