Pensar y ser, o los Dioscuros. Lecturas de verano.

La filosofía es una cierta idea del Ser. Una filosofía que innova, aporta cierta nueva idea del Ser. Pero lo curioso del caso es que toda filosofía innovadora -empezando por la gran innovación que fue la primera filosofía- descubre su nueva idea del Ser gracias a que ha descubierto una nueva idea del Pensar, es decir, un método intelectual antes desconocido. […] Una nueva idea del Pensar es el descubrimiento de un modo de pensar radicalmente distinto de los hasta entonces conocidos, aunque conserve tal o cual parte común con aquéllos. Equivale, pues, al descubrimiento de una nueva «facultad» en el hombre, y es entender por «pensar» una realidad distinta de la conocida hasta entonces.

Según esto, una filosofía se diferencia de otra no tanto ni primariamente por lo que nos dice del Ser, sino por su decir mismo, por su «lenguaje intelectual», esto es, por su modo de pensar.

Este emparejamiento entre cierto modo de pensar y cierta idea del Ser no es accidental, sino que es inevitable. Por lo mismo, no tiene importancia que una filosofía haga constar o no el método con el que opera. Platón, Descartes, Locke, Kant, Hegel, Comte, Husserl dedican una parte de su filosofía a exponer su método, su nuevo «modo de pensar», hacen previa exhibición de los bíceps con que van a levantar la pesa enorme que es el problema del Universo, pero esto no significa que los no lo hacen sean menos «metódicos» que ellos, que no tengan también su método, es en cambio mal síntoma que mirando al trasluz una filosofía no veamos claramente, como en filigrana, cuál es su «modo de pensar».

Consecuencia de todo esto es el consejo práctico de que para entender un sistema filosófico debemos comenzar por desinteresarnos de sus dogmas y procurar descubrir qué entiende esa filosofía por «pensar».

 La idea de principio en Leibniz y la evolución de la teoría deductiva. 3. Pensar y ser, o los Dioscuros.  José Ortega y Gasset.

Textos como éste me convencen del gran acierto que supone introducir a Ortega dentro del temario oficial de 2º de bachiller. No se trata de pagar la cuota hispánica, aunque el desconocimiento de la realidad del pensamiento en España no creo que sea una causa irrelevante en el estado delicado [lóbrego] en que se encuentra la filosofía en nuestro sistema educativo. Ni se trata de reconocer [recompensar] el esfuerzo de un autor que ha hecho –son palabras de Julián Marías– posible y existente la filosofía en España. Leer a Ortega nos obligará a alumnos y profesores a pensar la realidad española; pero creo, y esto me parece lo esencial, que Ortega es quizá la mejor forma de acceder a gran parte de la más compleja filosofía de finales del XIX y del siglo XX. Y en textos como el citado un maravilloso guía de acceso [que no un mero orientador] al pensamiento filosófico de cualquier tiempo.

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