Y, a pesar de todo, no nos vamos todavía.
26 mayo, 2016 1 comentario
Así
que hay templos todavía. Una
estrella
tiene todavía luz.
Nada,
nada está perdido,
Ho-
sanna
….
Paul Celan
Hace algunos años aquí mismo escribía:
“Fue una mañana del final del otoño -o quizá en el comienzo del invierno. No importa, era la mañana aún oscura de un martes frío; eso sí lo recuerdo con claridad y también que aquella noche no había conseguido pegar ojo. Subí las escaleras con más ligereza de lo habitual; me había acostado sin cenar y las digestiones livianas son una bendición para la circulación periférica. Al torcer el pasillo me encontré con lo que esperaba: solitario frente a la puerta me estaba esperando, apenas consiguió balbucear con tristeza y media sonrisa: “qué decepción”, con no menos tristeza y amarga sonrisa solo acerté a proferir: “bueno, leamos a los clásicos” señalando a mi ejemplar de la República de Platón. Terrible cinco a cero del Nou Camp.
Por descontado que en un curso pasan muchas más cosas, agradables, tristes, dolorosas, pero pocas tan memorables. La mayoría anodinas y algunas, no muchas, no merecen que se las tenga siquiera por sucedidas; y los cuarenta grados del verano que se avecinan se encargarán de que tal cosa ocurra.
Lo inapelable es que un nuevo curso -un nuevo ciclo- se cierra. Aunque la bandera del Real Madrid que tengo delante lo hace más grato. Nos queda la Décima.
Y, como el poeta, dedico también un recuerdo a la afición en general.”
La cosas de la vida no tienen reposo, todo fluye, y sin embargo, parece que nada hubiera cambiado; aunque ahora vayamos a por la Undécima -siempre estamos ahí.
….y sin embargo, después de 27 años ininterrumpidos de impartir Historia de la filosofía en el último curso de bachiller, toca despedirse; el próximo curso no será materia obligatoria en ninguna modalidad de bachiller. Quizá, a pesar de todo, algunos la escojan, quizá alguno quiera saber de Aristóteles, de Hume, de Kant, de Nietzsche, de Ortega o de Heidegger, de Feyerabend o de Popper… o quizá no, quizá queden desiertas; pero esta vez no me despido, porque seguirán estando ahí, porque pertenecen a las cosas eternas.
Me adhiero, eso sí, a la abominación que días atrás encontré en una página del Faceboock:
“Gente que utilizáis los avances de la ciencia
para crear helado de paella,
yo os maldigo”
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