Una decisión peligrosa

Qué le cantan las sirenas a Ulises?

 

Cada mañana vengo para ver
que todo está servido (me saludan,
al entrar, levantando un momento los ojos)
Y cada mañana me pregunto,
cada mañana me pregunto cuántos somos
nosotros, y de quién venimos,
y qué precio pagamos por esa confianza.

O quizá
no venimos tampoco para eso.
La cuestión se reduce a estar vivo un instante,
aunque sea un instante no más,
. . . . . . . . . . ………………… . . .a estar vivo
justo en ese minuto
cuando nos escapamos
al mejor de los mundos imposibles.
En donde nada importa,
nada absolutamente –ni siquiera
las grandes esperanzas que están puestas
todas sobre nosotros, todas,
. . . . . . ……………….. . . . . .y así pesan.

Jaime Gil de Biedma.

Heidegger nos advierte repetidamente contra una lectura sociológica o ético-normativa de Ser y tiempo, no porque no sea posible, sino porque no deberíamos confundir lo fundado con el fundamento; esta obra debe ser leída, nos dice, desde una metodología fenomenológica  en clave ontológica, pues es desde el ser desde donde se abre el espacio de la ética y no a la inversa. Sin embargo,  su lectura ética es, sin duda, muy atractiva -quizá como le parecían a Odiseo las sirenas. Se articula sobre tres ideas básicas: propiedad o autenticidad, respeto  e indulgencia.  La propiedad es la forma de ser original, auténtica e íntegra del proyectarse vitalmente en posibilidades que en definitiva es cada existencia humana. Respeto e indulgencia orientan la relación con los otros; como tales se fundan en la propiedad o, correlativamente, en la impropiedad, y se fundan en la propiedad cuando son liberadoras de las  posibilidades propias del otro. 

 Es muy fácil comprender por negación respecto de qué tipo de existencia somos advertidos: del tipo de existencia alienada, regida por  el «uno» o el «se» impersonal. Se trata de un modo de existencia  en la que el sujeto no es propiamente nadie singular, un modo de existir caracterizado por la huida de sí mismo y el encubrimiento. Frente a  esta, la existencia auténtica representa un recuperar el propio «sí mismo» recuperar las riendas de la propia existencia y  la responsabilidad  personal que ha sido rehuida en la existencia alienada, enajenada en el «uno» anónimo y  preestablecido.  La existencia auténtica no es el suelo primero en que nos encontramos; al contrario, de forma inmediata nos encontramos arrojados en la cotidianidad , en el día a día, con sus normas, costumbres, hábitos preestablecidos, con las opiniones e ideas comunes, con los prejuicios de cada época, con los objetivos y metas ya dispuestos, pero no propiamente propuestos. La recuperación del sí mismo desde esta pérdida de sí en el «uno» ,en el «se»,  solo es posible desde una decisión, una decisión que surge desde la experiencia de la angustia ante la nada del mundo, una decisión que surge desde el «estar vuelto hacia la muerte» ante la cual se derrumban todos los prestigios y exigencias del «uno» y que revela un sí mismo aislado, precario, sustentado en la nada.

Ese sí mismo que decide hacerse cargo de su situación, de su todo que es nada y proyectarse en sus posibilidades, ahora no simplemente dadas sino asumidas como propias, haciendo suyo el mandato antiquísimo: tú debes llegar a ser el que eres. 

Pero el que eres no es ajeno a tu querer. El que eres no es una esencia pre-existente, dormida,  que deba despertarse, actualizarse, sino un querer en pugna, latente o manifiesta,  con el uno, y cuya autenticidad solo se justifica en la autenticidad de la decisión. Una paradoja , o mejor,  una sirena, sin duda, peligrosa.

Un peligro frente al cual pudieran socorrernos el respeto y la indulgencia  que rigen el trato con los otros en la existencia compartida.  No parece, sin embargo, que tengan esa fuerza salvífica si lo consideramos a la luz de algunas decisiones políticas del filósofo de Todtnauberg.

Dice Pennac en Mal de escuela: Si quieres hacer reír al buen Dios, háblale de tus proyectos.

 

Puntuación: 1 de 5.

2 Responses to Una decisión peligrosa

  1. Juanjo says:

    Mas en el peligro está la salvación. Porque lo malo es que los otros decidan por ti. Y para salvarnos de esto, no es muy razonable fundar nuestras esperanzas precisamente en el respeto y la indulgencia para con los otros. ¿La erró Heidegger por adolecer de falta de respeto e indulgencia, o más bien porque fue demasiado respetuoso e indulgente con el uno, con la masa, en definitiva, con los otros? ¿O quizá la erró simplemente porque perdió la guerra?
    Pero no creas que me voy a despedir así, sin darte mi habitual tirón de orejas, no. La cita con la que acabas no es muy pertinente porque confunde más que aclara. Verás: en tal cita, «proyectos» significa planes, propuestas, programas… especulaciones y abstracciones a fin de cuentas. En cambio Heidegger usa «proyectar» en su sentido etimológico de tirar adelante, llevar a cabo, precisar, concretar. En este sentido, el proyecto es lo que ya siempre se lleva entre manos. Y llevar algo entre manos implica comprenderlo en su posibilidad y venir a ello desde su posibilidad.
    No obstante, el post me ha gustado mucho y me ha aportado claridad. Muchas gracias, Ximo.

    • llximo says:

      Me doy por satisfecho si he conseguido resultar impertinente con la cita -ya imaginarás que yo siempre me sentaba en la fila de los gamberros. Pero bueno, me justificaré un poquito más: respecto a la diferencia entre el significado vulgar de proyecto, frente al significado etimológico, se puede decir aquello de «no están todos los que son, pero son todos los que está». El significado vulgar puede ser más restrictivo, pero también queda recogido en el etimológico o en este caso, podemos decir, el existencial.
      Respecto a la relación entre la filosofía de Heidegger con sus decisiones políticas, creo que es un tema que no debe obviarse. Para algunos sus decisiones políticas han bastado para tachar su filosofía sin ni siquiera tomarse la molestia de conocerla, es una opción. Para los que hemos querido iniciarnos en su filosofía, sus decisiones políticas no pueden obviarse sin más como algo ajeno a su filosofía, sino que deben ser pensadas desde su filosofía. Yo, simplemente no he querido ocultar la llaga. Quizá no sea posible más.

      Como siempre muy valioso tu comentario, que siempre introducen interesantes matices que ahondan en la comprensión.

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