Los enemigos de la filosofía (6) – Nosotros

Entregas anteriores:

Los enemigos de la filosofía (5) – El PP

Los enemigos de la filosofía (4) – La nueva selectividad

Los enemigos de la filosofía (3) – Las optativas del departamento

Los enemigos de la filosofía (2) – Ciencias para el Mundo Contemporáneo

Los enemigos de la filosofía (1) – El PSOE

Como lo prometido es deuda, termino esta serie de posts con uno de nuestros enemigos más nocivos: nosotros, los profesores de filosofía (aunque, técnicamente, ya no hay nada que corresponda a esa descripción). Nos han destrozado la filosofía en el bachillerato, nos han marginado en selectividad, nos han convertido en educadores viales y comisarios políticos, nos han quitado horas, nos han dado marías y nosotros, ¿qué hemos hecho nosotros? Está claro que no somos controladores aéreos, pero oiga, es que parecemos tontos. ¿Dónde el clamor de los profesionales que aman su disciplina, la valoran y por lo tanto la defienden? ¿Dónde? Cuatro gatos. Nos quitaban el pan de la boca y ¿qué hacíamos? Lloriquear porque había que dar la educación para la ciudadanía en inglés, ‘sacar la filosofía a la calle’, alucinar con ‘Matrix’, abominar de la iglesia y darles pancartas a los alumnos. Nos dijeron que nuestra disciplina era un rollo macabeo, que estaba alejada de la realidad social de los alumnos, que era demasiado abstracta, que era ‘museística’ e inútil, que lo que teníamos que hacer era dejarnos de monsergas y aportar algo: formar ciudadanos ‘críticos’ y comprometidos con los valores constitucionales (supongo que en algún despacho alguien dijo ‘y con éstos de filosofía qué hacemos’ y otro le contestó ‘y yo qué sé, que den valores’). Y nosotros encantados. ¿Por qué? Ustedes qué creen… Hemos despreciado el saber. Es justo que paguemos las consecuencias.

12 Responses to Los enemigos de la filosofía (6) – Nosotros

  1. Boro says:

    Se puede decir más alto, pero no más claro.

  2. Basseta says:

    Eres muy duro contigo mismo y con tu gremio, aunque a buen seguro estás mucho más y mejor informado que yo sobre el tema. No obstante, como aficionado a la filosofía me atrevo a preguntar ¿tan mal está la cosa?

  3. llximo says:

    Bueno, lo de ser comisarios políticos no me parece una implicación o consecuencia necesaria, eso dependerá de las «vocaciones» de cada cual. Y como consecuencia contigente no está vedada a nadie (ni al de valencià ni tan siquiera al de mate). De lo que no cabe duda es que la «educación para la ciudadanía» no es filosofía; ni tampoco, dado los cursos en que se imparte, un campo específico para lincenciados en filosofía . Coincido contigo en que los profesores de filosofía no hemos estado especialmente activos, ni afortunados, en la defensa de la disciplina. Tampoco son raras la actitudes de autodestructividad… especialmente provinientes de la universidad.
    Veo complicado invertir esta tendencia.

  4. llximo, tienes razón en lo que dices, aunque espero que ninguna de las actitudes de nuestro gremio que ha favorecido el deterioro de la asignatura sea necesaria. Confío -o quiero confiar- en que todas ellas son contingentes. Sin embargo a veces me da la sensación de que esas ‘vocaciones’ se nos acabarán presuponiendo incluso con mayor necesidad que los ‘meros’ conocimientos.
    Tampoco veo posibilidad de que se invierta la tendencia.

  5. Basseta, agradezco tu comentario. Creo que es justo que los profesores de filosofía asumamos la parte de culpa que nos toca. Es muy fácil acusar a los partidos políticos, pero lo cierto es que hemos asumido muy dócilmente sus ocurrencias e incluso nos hemos identificado con SUS conflictos, que no eran los nuestros. Y no sólo los profesores de filosofía. En realidad nuestra situación sólo es un síntoma más del estado en el que se encuentra la educación en general. Cuando se desprecia la filosofía también se desprecia la literatura, las matemáticas, la historia, el arte, etc. No hace falta citar el informe Pisa.
    Me preguntas si está tan mal la cosa. Pues creo que sí, pero con matices. Me explico. El problema no lo tiene la filosofía. Creo que la filosofía nunca ha sido tan popular como ahora. Nunca ha habido tantos filósofos, ni tantas publicaciones de filosofía. Nunca ha habido tanta libertad para filosofar (al menos por estas latitudes). Las grandes cuestiones de la filosofía mantienen todo su poder. Una de las experiencias más gratas que tengo como profesor es contemplar cómo un alumno comprende una de estas cuestiones: quedan fascinados. Y cuando servidor reconoce que el problema no ha encontrado todavía una solución definitiva sus caras son un verdadero poema. Es el asombro del que hablaba Aristóteles. Creo que a la gente le interesa la filosofía. A la filosofía no le pasa nada, y eso es una gran noticia para los aficionados a ella (yo también lo soy), lo que está muy, pero que muy mal son las condiciones en las que tenemos que enseñarla: menos horas, curricula imposibles y tendenciosos, selectividad ‘compartida’ con historia, etc. Digamos que estar, estamos, pero debemos convivir con un montón de fuerzas contrarias a nosotros, algunas de las cuales, como apunta llximo, proceden del propio ‘gremio’. Y eso no tiene solución. Verdaderamente creo que la enseñanza de la filosofía en España corre peligro porque los cambios se producen muy poco a poco y sin apenas resistencia por nuestra parte. Y si no nos resistimos nosotros, como está ocurriendo, ¿quién lo hará? En breve dejaremos de preguntarnos en clase ‘¿Qué es la justicia?’ para afirmar ‘la justicia es…’

  6. Chafino says:

    ¿Qué hacer?. Pues quizás dar filosofía y punto. Aunque se pretenda enmascarar con nombres y sucedáneos extraños, al final los alumnos tienen delante a un profesor de filosofía.

    «Filósofo: Anarquista, atracador, falsificador pero sobre todo…profesor»

    Recomiendo este documental, que es un poco fuerte pero tiene retazos de verdades como puños:
    “Lucio. Anarquista, atracador, falsificador pero sobre todo…albañil”

    http://www.faunanocturna.net/tv/lucio-anarquista-atracador-falsificador-pero-sobre-todo-albanil-documental/

  7. Juanjo says:

    El fondo de lo que dices, Felipe, me parece incontestable, y me encanta con qué vehemencia lo expresas. Sin embargo considero oportuno añadir (aunque sólo sea para mitigar la mala sangre) que la filosofía que se está matando es la filosofía institucionalizada en el estado español, filosofía que, como toda institución pública, nace para servir al orden social constituido, y que, cuando éste sucumbe a manos de un nuevo orden, también ella es sustituida por otra forma de filosofía, por otra forma de entender la filosofía, que sirva al nuevo orden. Pues todo orden social se fundamenta en una ideología; es reflejo de una ideología, supone como verdad una determinada ideología y asigna a la filosofía la función de justificarla.

    Así, el orden social del régimen totalitario franquista, cuyos últimos fundamentos ideológicos se hallan en el catolicismo, no sólo pretende procurar el bienestar social, sino también la salvación del alma individual. Claro que, según el catolicismo, la salvación espiritual se consigue únicamente a través de la fe católica, pero considera también que fe y razón no se oponen, sino que la filosofía es la sierva de la fe, el ejercicio de la razón prepara el alma para recibir la fe, la filosofía justifica la fe. De este modo se comprende que el estado franquista procurara el estudio de la filosofía; obviamente de la filosofía institucionalizada por él, de la filosofía que intenta justificar su verdad, su ideología, su fe.

    El orden social vigente se funda ideológicamente en el liberalismo. Considera verdad, pues, que todos los hombres, individualmente considerados,son por naturaleza iguales en poder, libertad, derecho; y que, por tanto, este orden natural individual le trasciende y fundamenta en el sentido de que el orden social, aunque engloba la totalidad de los individuos, no puede abarcar toda la individualidad de cada uno, sino sólo las relaciones del individuo con cualquiera de los demás, es decir, lo público, al ciudadano. Y, en consecuencia, la filosofía institucionalizada en tal orden social no puede ser la enseñanza de ninguna verdad metafísica de la que dependa la perfección individual; el orden social liberal necesita ciudadanos críticos, no individuos críticos.

    La “configuración clásica de la filosofía” resultó de la transición del orden totalitario al liberal, de una época en la que el orden social mismo estaba cambiando y la sociedad necesitaba revisar críticamente sus fundamentos ideológicos, por lo que convenía al orden social la enseñanza de la filosofía misma, de la metafísica.

    Desde luego, pienso que en realidad no hay culpables, pues no hay propósito de hacer el mal, y menos, si cabe, en los profesores de filosofía; aunque en sudía (ya muy remoto) me llamó la atención que estos apenas mostrasen resistencia a impartir Ética a la adolescencia más temprana, cuando ellos no la habían estudiado hasta el segundo curso de la carrera. Dudo mucho que hubiesen podido resistirse a semejante despropósito, perouna vez aceptado, la suerte estaba echada.

    Saludos y gracias por los posts.

    • Gracias a ti por tu extenso comentario, Juanjo. Coincido con tu lúcido análisis. La enseñanza de la filosofía en el bachillerato no es una entelequia (en el sentido aristotélico: http://es.wikipedia.org/wiki/Entelequia), sino una realidad constituida en y por un entramado de fuerzas de distinto origen que le dan su contenido y su sentido. La cuestión es que me temo que los profesores de filosofía no hemos jugado ningún papel relevante en la configuración de esta asignatura.

  8. Clave de Sol. says:

    «En breve dejaremos de preguntarnos en clase ‘¿Qué es la justicia?’ para afirmar ‘la justicia es…» Me duele leerlo…

    Haces más de lo que crees.
    Un beso.

  9. «Hemos despreciado el saber. Es justo que paguemos las consecuencias»
    Bravo. Bravo.

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