La lógica y el demonio del fascismo

No deja de ser una buena noticia que el término ‘facha’ o ‘fascista’ se use como un recurrido insulto. Pero ese ‘facha’ no suele usarse más que como una palabra hiriente significando algo así como ‘hijoputa’. El verdadero fascismo es una actitud que se oculta en el fondo de nuestros corazones. Pocos se libran de dar cobijo en alguna ocasión a un demonio fascista. Para ilustrar lo que quiero decir déjenme que comparta con ustedes un cartelito que apareció en Leganés hace algunos meses:

Llama poderosamente la atención que se acuse al PP de fascista, entre otras cosas, por sostener que “el único valor que debe prevalecer sobre todos los demás (…) es el derecho a la propiedad y la libertad individual”. Suponiendo que el PP verdaderamente situara este valor sobre todos los demás, podría ser acusado de liberalismo clásico, pero no de fascismo. Lo que esto significa es que el autor del cartel ignora qué sea el fascismo, pues ya me dirán ustedes cómo se puede acusar de fascista a alguien por defender la libertad individual (¿se imaginan a Hitler defendiendo la libertad individual?). Pero lo que tiene delito es que, en este caso, quien acusa de fascista sin saber de qué habla es, él mismo, un fascista. Vean ustedes lo que se afirma en el segundo párrafo:

[…] tenemos la firme determinación de construir una sociedad sin clases explotadas, donde los medios de producción sean del pueblo y el estado planifique la economía en orden a satisfacer las necesidades de todas las personas, aunque esto moleste a banqueros, monarcas, fascistas, empresarios y socialdemócratas

Como dijo aquél, quiera la Virgen que no tengan poder. Si algo define al fascismo es, precisamente, la “firme determinación” de construir una sociedad perfecta y pura. La pureza de esa sociedad puede ser racial (racismo), nacional (nacionalismo), de clase (comunismo), etc. La construcción de esa sociedad perfecta debe combatir y eliminar el origen de toda impureza: elementos genéticos espúreos (judíos, negros, etc), lenguas extranjeras, o “banqueros, monarcas, fascistas, empresarios y socialdemócratas”. Mantener la pureza de la sociedad exige una vigilancia constante y que el estado lleve a cabo una planificación total, que será totalitaria, a fin de que no se cuele por ninguna rendijilla el germen de la impureza (un capitalista, un judío, un extranjero…). Así pues, si atendemos al verdadero significado del fascismo, quien verdaderamente es fascista aquí es el autor del cartel. Pero las cosas son algo más complejas…

Quizá la esencia del fascismo podría reducirse al triunfo de la voluntad sobre la razón. Toda actitud fascista parte de la aceptación de la siguiente inferencia:

Si x es deseable, entonces x debe ser obligatorio.

Hacer de lo deseable algo obligatorio, ahí tenemos la naturaleza íntima del fascismo: pasar del ‘yo quiero’ al ‘tú debes’ sin despeinarse. Esta es la razón por la que el fascismo triunfa, cuando triunfa, que en su origen no hay sino buena voluntad: un estado mejor, sin corrupción, un gobierno fuerte y justo, una sociedad sin pobreza ni injusticia, etc.

Lo que más sorprendió a la filósofa Hannah Arendt del nazi Adolf Eichmann es que, a pesar de los crímenes de los que era responsable, parecía una persona completamente normal, incluso buena gente. En efecto, la actitud fascista no surge en monstruos bíblicos, sino en gente normal que quiere lo mejor para los suyos. De hecho, esa actitud fascista se manifiesta la mayoría de las veces en cosas completamente banales y casi siempre muy aceptables por todos (toros, tabaco, etc)

Leyendo el último de Mendoza (Riña de gatos), tuve ocasión para reflexionar sobre nuestra situación política actual comparada con la que se vivía en España meses antes del estallido de la guerra. Lo que creo que tenemos en común es una profunda desconfianza hacia los poderes ‘políticos’, a los que se percibe como origen de nuestros problemas. Esa desconfianza, a mi juicio, es síntoma de buena salud. El problema es si la desconfianza se transforma en un irrealizable deseo de pureza. Pretender, en serio, unos gobernantes puros, virtuosos, justos, sabios y buenos es pretender un imposible metafísico que está a un paso del fascismo. Como defiende Gustavo Bueno en El Fundamentalismo Democrático, los regímenes políticos pertenecen al género de las cosas ‘corruptibles’ en el sentido en el que es corruptible una manzana. Tiene tanto sentido exigir a los políticos ‘pureza’ moral como exigirle a una manzana que no caduque. Por eso es necesario estar atento en un doble sentido: en primer lugar, la inevitabilidad de la corrupción no implica su justificación; debe ser denunciada. Pero en segundo lugar, tenemos que estar atentos a lo que ocurre en nuestro interior, puede que, sin darnos cuenta, estemos desatando a un demonio, el del fascismo. Y si el fascismo es el triunfo de la voluntad, debemos combatirlo con nuestra arma más poderosa: la lógica.

12 Responses to La lógica y el demonio del fascismo

  1. veronica says:

    Me he quedado alucinada al ver hasta dónde puede llegar el fascismo, en realidad soy una alumna de bachiller y a veces la ignorancia nos hace, a los alumnos y en este caso a mí, creer cosas que leemos sin apenas premeditación, sobretodo en casos de política, sociedad y asuntos por el estilo. En estas situaciones esta falta de información y las falacias que encontramos en prensa, TV… Nos preparan para apoyar una ideología en algunos casos equivocada, la cual si supiéramos lo que real significa quizás no la compartiríamos.
    Debido a eso se agradece que se nos informe de la manera más objetiva posible para poder crear nuestra propia identidad.

  2. Toro says:

    Perdona mi ignorancia, me ha parecido que equiparas comunismo y fascismo, y no acabo de estar de acuerdo.
    Ambos son totalitarismos, pero las raíces de ambas corrientes son diferentes.
    A priori me parece un noble ideal el abolir las diferencias de clase, pero en cambio me parece inmoral el deseo de exterminar un colectivo humano.
    De todos modos que quede claro que aborrezco los totalitarismos en general sean del signo que sean.
    Un saludo.

  3. «a priori me parece un noble ideal el abolir las diferencias de clase».
    Quizás, estimado Toro, no sea tan buena idea a posteriori.

  4. Me gusta la amplitud de miras y la sensatez del artículo.

    Un saludo.

  5. Xafi says:

    No hay más fascismo que el que está promoviendo el PSOE, imposición de
    normas, leyes, recortes, etc. sin ningún tipo de consenso social, es decir sí o
    sí. Esto sí es fascismo. Además, los afectados no tienen forma posible de
    reclamar daños, sobre todo si esto lo "fasce" el estado. David contra Goliat. La
    única diferencia entre esta forma de hacer y el nacismo es la violencia física,
    que no psíquica.

    Escuchen este testimonio a ver qué les parece

    • Xafi, no creo que sea justo afirmar que el PSOE sea un partido fascista o que esté promoviendo el fascismo. La actitud fascista de la que hablo en el post no conoce siglas. En cualquier caso las medidas que toma el gobierno, aun pareciéndome muy cuestionables, son legítimas.

  6. Xafi says:

    Sí, es exagerado, aunque sería deseable un mayor consenso social. Y aunque sea legítimo, lo que no me parece legítimo es que un partido se llame obrero español y que tengamos la mayor tasa de paro de Europa, con un 40% de población entre 25 y 35 años sin trabajo. Lo legítimo hubiese sido convocar elecciones anticipadas ante un gobierno incapaz de resolver esta situación. Es mi cabreo personal ante la impotencia de muchísimos españoles que viendo como se toman medidas en las que siempre quien se tiene que apretar el cinturón es el ciudadano común. Y cómo vamos viendo que los que mandan viven a tutti ple. Si he molestado en algo, pido disculpas, pero creo que se está abusando impunemente de la ciudadanía.

  7. Roger says:

    Yo mas ignorante, me quedo con con la idea de la impotencia del que recure una y otra vez a la misma táctica, el miedo, en sus tiempo le sirvió y son tan brutos que no se actualizan y siguen con el cuento de lobo, ya no da miedo, la mayoría no sabe lo que es fascismo, como dices se a quedado como un insulto, nadie teme a esos viejos cuentos, en cambio en su radicalismo hace mucho que no nos fiamos.
    Seguramente abra conseguido acojonar algun abuelito que padecio esos tiempos, por desgracia para ellos quedan pocos y les esta amargando sus ultimos dias.
    A fuerza de experiencia los españoles sabemos que es cada quien, por miedo votamos una y otra vez a un socialismo que en sus dos ocasiones nos a llevado a la ruina, nos descrimina en nuestra propia nacion, nos tachan de todo lo malo para doblegar nuestras lenguas, nos la mordemos antes de decir lo que pensamos y no ser acusados de intolerantes, fachas o racistas.

  8. Jorge says:

    Este es el principal problema de los jóvenes de España. Tienen una formación muy pobre y claro, no poseen la información correcta para saber que tanto unos como otros son totalitarios…

  9. Pingback: 3 propuestas del movimiento 15M « Antes de las cenizas

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