Desde la ética. Nueva invitación a la lectura de Heidegger.

Decía Wittgenstein que la filosofía deja las cosas tal como están. No podría ser de otra manera; pues las cosas son como son. Sin embargo, sí puede la filosofía iluminar las cosas de forma distinta, de tal manera que todo parezca un poco diferente ante esta nueva luz o que se iluminen aspectos ocultos. Este es el modo en que la lectura de los filósofos -o cualquier lectura, al ser hecha al «modo filosófico- influye sobre mí.

Últimamente esa nueva luz procede de Martin Heidegger. A Heidegger no le gustaba que sus reflexiones se interpretasen en clave antropológica, psicológica… ni en cualquier otra perspectiva particular, y nos advierte repetidamente de ello.  Especialmente le disgustaban las lecturas éticas de su obra, creo que por lo que en la ética hay de normativo, de valorativo. Su filosofía pretende, al atenerse al método fenomenológico,  ser puramente descriptiva  y, en cuanto que su objetivo es constituir o preparar una ontología fundamental -la pregunta por el sentido del ser en general-, pretende dar con el fundamento de toda particularidad. Sin embargo, su lectura arroja una potentísima luz sobre los asuntos éticos. Me gustaría dar unas breves impresiones de ello en las que, sin duda, podrá reconocerse, quizá de modo indistinguible, el pensamiento de Ortega o de Sartre.

Martin Heidegger concibe la existencia humana como proyecto, cada uno de nosotros somos un esbozo, un borrador, que debe concretarse, realizarse, ganarse o también perderse. La existencia es así una carga, inevitable,  pues cada cual tiene fatalmente que cargar consigo mismo, sea desde el fastidio y la aversión que pretenden esquivarla o desde el júbilo en que la carga parece desaparecer. Uno tiene que cargar consigo mismo.

En esa existencia nos encontramos ante cosas diferentes de uno mismo y con las que tenemos que ocuparnos, esa relación con las cosas se define desde la utilidad, las cosas aparecen como útiles o inútiles. En tanto que útiles, no tienen sentido en particular, sino en la medida en que se organizan dentro de una totalidad de remisiones entre ellas; por su parte cada totalidad remite y, toma su sentido, de la existencia humana, a la que sirve. La misma naturaleza aparece en primer término como útil; el sol que da calor, que organiza las diferentes actividades del día y el espacio de la casa, con sus zonas de sol y sombra…etc.

Junto a las cosas (los útiles) aparecen los otros, a los cuales no concibo como útiles, sino como coexistencias; otros que tienen, al igual que yo, que hacerse cargo de su propio ser, que tienen que cargar consigo mismo. Mi relación con ellos no se define desde la utilidad, sino desde la solicitud,  la cual se establece sobre dos aspectos: el respeto y la indulgencia, que tienen tanto sus diferentes grados como sus diferentes formas propias y deficientes. Por ejemplo, la relación de amistad con otro supone cierto respeto mutuo y cierta indulgencia, sin las cuales no podría haber una relación de amistad auténtica. Respeto e indulgencia pueden adoptar formas deficientes /negativas como el temor o la pura indiferencia o formas propias/positivas como la admiración o el perdón.

Por último aparece  la relación con el propio sí mismo, con uno mismo. La ocupación se torna cuidado, preocupación por mí mismo, por la realización de mi propio proyecto, el cual es inseparable de las cosas y de los otros, de los cuales necesita para realizarse. Mi vida puede quedar afectada por la insatisfacción o la frustración ante la constatación de ser incapaz de llevar a cabo mi propia tarea, quedar incompleta o truncarse. O peor aún, que eso que creo mi proyecto se revele como no siendo mío. Sino  que, como quizá sea inevitable, me venga impuesto desde los otros, desde el impersonal, desde el nadie… Mi existencia se revela entonces como inauténtica, mi vida cómo pérdida.

Sin duda, existencia, proyecto, respeto, indulgencia, propiedad, impropiedad son conceptos con gran pregnancia ética. Conceptos en los que resuenan las viejas máximas: «Conócete a ti mismo» y «Tú debes llegar a ser el que eres».

One Response to Desde la ética. Nueva invitación a la lectura de Heidegger.

  1. Juanjo says:

    Una buena síntesis de un análisis asombrosamente sutil. Ximo -muchas gracias.

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