Falacias, humanidades y fuego amigo.

medieval

Una breve introducción.  Como regalo de Reyes ha aparecido un artículo titulado «Cómo no defender las humanidades«.  Lamenta el autor que entre los recientes defensores de las humanidades se incurra en flagrantes falacias,  lo cual es especialmente censurable pues proviene de personas de cuya formación deberíamos esperar el ejemplo de un razonamiento riguroso y preciso. El autor Jesús Zamora Bonilla, catedrático y decano de la Facultad de Filosofía ( UNED) pretende denunciar algunas de las falacias más notorias y recurrentes.

En una primera lectura el artículo me pareció tosco y lo achaqué a mala fe, creo que no juzgué correctamente,  supondré que el articulista ha razonado con el mejor propósito por el bien de las humanidades que dice defender.

He detectado cierto gusto del autor por el muñeco de paja. Me ha sorprendido, sin embargo, aquello que califica como falacias. Paso a comentarlas :

1ª Falacia. » La formación humanística es un pilar de la democracia«.  Alega, el catedrático Zamora Bonilla para desvelar la falacia, que la mayoría de los filósofos no han visto en la democracia sino una «pésima idea». Efectivamente la democracia ha tenido a lo largo de la historia de la filosofía tanto adversarios como defensores, pero me sorprende que al autor del artículo se le haya pasado por alto que las críticas razonadas, pensemos por ejemplo en el análisis que Platón y Aristóteles realizan sobre las distintas formas de gobierno, en tanto que revelan defectos, desviaciones, peligros,  son extremadamente útiles para mejorar y defender una sana democracia. Creo, parece que al contrario que el señor Bonilla, que ciudadanos educados en las humanidades, conocedores de las polémicas habidas en torno a las diversas formas de gobierno, de sus virtudes y sus defectos, conocedores también de la historia concreta  que abunda en ejemplos, algunos muy recientes, de cómo sistemas de gobierno aparentemente democráticos pueden pervertirse para dar lugar a las peores tiranías, y  aunque no compartamos a pie juntillas el intelectualismo ético que asimila conocimiento y bondad, creo que podemos conceder que estos ciudadanos formados en el conocimiento de las  humanidades no son desdeñables en una democracia. Tampoco escapa al autor del artículo que la «educación» humanística ha estado en manos de élites que a través de ella han mantenido y justificado sus privilegios…   parece que estamos aquí ante un entimema, del tipo en el que lo suprimido no es una premisa sino la conclusión, más no me atrevo a sacar yo la conclusión sin permiso de su autor.

2ª Falacia. «El conocimiento de las humanidades contribuye a nuestra realización como persona». Para denunciar el carácter falaz de esta afirmación recurre el decano al contraejemplo, y  no duda en servirse entre otros de su propia persona -actitud que le honra- para mostrar como el conocimiento de las humanidades no redunda en una mayor felicidad ni de uno mismo ni de aquellos otros que nos son más o menos cercanos, ni tampoco nos vacuna contra la idiotez. Efectivamente la cuestión de la felicidad, de la vida buena, de la realización personal, no es un asunto fácil, ni tan al alcance de la mano, como proclaman muchos de esos gurús y libros de autoayuda que proliferan en esta «sociedad del bienestar» que, sin embargo tan falta y necesitada parece estar de él. Los grandes filósofos, también literatos y artistas, han reflexionado todos ellos sobre la existencia humana lejos de la superficialidad y de la trivialidad, muchas veces con desesperación y hasta con crueldad, creo que vale la pena acompañarlos en ese ejercicio de descubrimiento de uno mismo, no nos asegurará la felicidad, ni nos curará la estupidez, como dice Deleuze en su conocido texto, quizá tan solo le impida llegar tan lejos como quisiera, esto ya sería un beneficio. En cualquier caso no creo que contribuya a una mayor alienación que la de quien vive al margen de todos estos pensamientos.

3ª Falacia «La enseñanza de las humanidades hace que tengamos una ciudadanía más crítica, y por eso la quieren eliminar, sustituyéndola por saberes economicistas». De nuevo recurre Bonilla al contraejemplo, en este caso es España enterita el ejemplo que pincha la burbuja falaz; dada la cantidad de titulados en filosofía, «que cree recordar», que hay en España y por la cantidad de horas que de estas materias se imparten en España este debería ser el país más crítico y democrático del planeta, razona el catedrático. No se anda con chiquitas el catedrático Zamora Bonilla, en pocas palabras -no sé si atreverme con el dichoso entimema esta vez- viene a decirnos que los titulados españoles no pasan de ser, en su inmensa mayoría, unos zoquetes y sus clases, pues… una mierda, no lo dice por afán de molestar sino en vista de los resultados claro está,  para que vamos a andarnos con eufemismos, «por sus obras los conoceréis».   Me maravilla, sin embargo, que no mencione el catedrático la singular historia española, distinguida durante siglos por la persecución del librepensamiento y la ilustración en cualquiera de su formas, algo, pienso yo, tendrá que ver esta actitud de siglos con la pobre situación actual, el poco valor concedido a la cultura, los pobres resultados académicos, la corrupción y esas cosas…  difícil tarea la de esos titulados el revertir actitudes de siglos, pero no creo que ellos hayan empeorado la situación, incluso creo que muchos de ellos han ayudado a ponerle algún freno, insuficiente, sin duda.

4ª Falacia «La educación no debe tener como objetivo la empleabilidad, y por eso el Estado debe crear muchísimos más empleos para los titulados en humanidades. En fin, pienso que esta falacia se comenta ella sola.» No, no hace falta que nos la comente, señor decano, el muñeco de paja le ha quedado muy mono, le podríamos ajustar un mecanismo sonoro, darle cuerda y que repitiese machaconamente la cita de Aristóteles con las que comenzó su artículo.

Por mi parte, estoy agradecido a todos aquellos que han levantado la voz, con mayor o menor acierto en sus argumentos, para defender las humanidades ante este último ataque iniciado por el señor Wert. Es cierto que eché en falta algunas voces que por aquello de salir en la foto no se movieron en su momento, otros en cambio, incluso del propio partido del gobierno, se atrevieron a defender en público -y en diario de gran tirada- sus convicciones. No voy a dar nombres pues han sido muchos quienes en estos años se han manifestado en defensa de las humanidades y de la filosofía en particular, que ha sido la gran damnificada; unos desde las tribunas de los grandes diarios, otros en humildes blogs y redes sociales, campañas de recogida de firmas, videos y entrevistas en youtube… la ley Wert ha perdido y es ya cadáver, el daño a la filosofía, sin embargo permanece, en algunas comunidades se ha conseguido atenuar el daño, en otras no, al  menos de momento. Es de esperar que ahora que se puede alzar la voz sin caer en el ostracismo, se sumen nuevas voces… serán bienvenidas, porque son necesarias.

El propio Jesús Zamora Bonilla promete una segunda parte, la parte positiva en la que dará a conocer las verdaderas razones que se pueden aducir en defensa de las humanidades. Yo  estoy convencido de que razones no han de faltar, y a Jesús le deseo, sinceramente y en mi propio provecho,  que esa vez esté más afortunado.

 

3 Responses to Falacias, humanidades y fuego amigo.

  1. davidporcel says:

    Afortunadamente, a la Ley Wert le quedan los días contados, aunque su impronta vaya a perdurar en forma de intención o propósito. Pienso que la filosofía, en su sentido amplio, subyace a la democracia, a la vida buena, a la actitud crítica, a la empleabilidad. Desde el momento en que dos políticos inician una discusión, un hombre busca la felicidad, la verdad, o aumentar la capacidad de (dar) empleo, está presente la filosofía. La filosofía, como anhelo de conocimiento, está presente en cualquier forma de expresión cultural, de forma que creo un error considerar la filosofía como algo extrínseco a la política, la vida, la verdad o la economía. Desde este punto de vista, el problema veo que no es tanto cómo justificar o defender la importancia de enseñar filosofía, sino, dado que todo tiene que beber de ella, cómo hacer que la filosofía esté más presente en los ámbitos mencionados; esto es, cómo hacer que el político, el ciudadano, el científico, el empresario, sean más filósofos. Quizá, el debate sea cómo hacer de la enseñanza de la filosofía una materia interdisciplinar.

  2. llximo says:

    El debate actual es: presencia o desaparición… el debate respecto a qué deba ser la filosofía es otro. Es bueno no confundirlo. en ambos caso recomiendo amplitud de miras, la filosofía es muy amplia, muy sabia -por vieja… lo importante es que pueda ser expresada, y siempre se expresará como multiplicidad. Sabes, una de las cosas que más empiezo a detestar es el afán particular por apropiarse de la totalidad, en cualquier ámbito
    .

    Salud y librepensamiento, David, feliz año nuevo.

  3. davidporcel says:

    Feliz año, IIximo. Lo que sugiero es que no se puede debatir sobre asuntos como la importancia o legitimidad de la enseñanza de la filosofía sin haber asumido antes una idea de lo que es la filosofía, y no creo acertada esta idea por la que se considera a la filosofía como un elemento distinto y extrínseco de la política, la vida… Por ello, desde esta otra idea de la filosofía como algo subyacente, intrínseco, a las demás esferas, el debate de si presencia o desaparición debe de plantearse en otros términos…. Yo ya detesto cualquier afán particular de apropiación, sea del todo o de la parte….

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