¿Hace falta la Filosofía en la Educación Secundaria?
29 noviembre, 2011 5 comentarios
Lo confieso: ya no leo la prensa. Y a pesar de mis esfuerzos para permanecer ignorante, sé cómo van las cosas: van mal. Van muy mal. Y cada vez peor. La ‘prima de riesgo’, los ‘mercados’, las ‘agencias de calificación’ y la puñetera ‘deuda’ se nos aparecen cada mañana como espectros aguafiestas que nos acaban jodiendo el desayuno. En educación ya hemos recibido alguna colleja y esperamos más. Sólo nos preguntamos cuándo llegará, si en Navidad, en Semana Santa o para el verano. Algunos ya están avisando de que la solución a la crisis económica no tiene por qué ser (sólo) económica. Es el caso de José Penalva, el cual, en un reciente artículo, sostiene que «la salida de la crisis económica pasa necesariamente por la reforma del sistema educativo». Creo que pocos negarán esto. Ahora bien, mucho me temo que sí, que se reformará la educación, pero con criterios meramente económicos. O sea, que tratarán de gastar menos. Ignoro si mis temores están o no fundados, pero me consta que los comparto con buena parte de mis compañeros profesores. Concretamente, los de filosofía, que siempre tenemos la mosca detrás de la oreja y hace tiempo que nos sentimos observados, creemos que tarde o temprano nos descubrirán, y entonces nos preguntarán: ¿Y ustedes, ‘pa’ qué sirven?
Qué bochorno cuando eso pase y empecemos a balbucear y a decir las tonterías y tópicos que se suelen decir en estos casos. O, lo que es peor, qué vergüenza si empezamos a explicar lo bien que viene la filosofía para desarrollar las competencias ciudadana, emocional, digital o las que sean. Y, lo que sí me haría desear que me tragara la tierra, qué humillación si tenemos que ver cómo viene un Marina a intentar colar una ‘competencia filosófica’.
Tampoco creo que debamos evitar la pregunta. Si alguna disciplina ha de justificarse, esa es la filosofía. Quiero decir, que asignaturas de la Educación Secundaria como ‘Economía y empresa’, ‘Psicopedagogía’, ‘Tecnología industrial’ o ‘Técnicas de Laboratorio’ tienen un valor meramente accesorio, pues no están justificadas más que por razones coyunturales del tipo: ‘la asignatura x te sirve si luego quieres estudiar y’. Como diría el buen Kant: su necesidad es meramente hipotética. Pero la Filosofía no es una propedéutica, ni se estudia para tener una buena base de cara a estudiar farmacia, derecho o ingeniería industrial. La filosofía se presenta con una necesidad categórica -si me permiten seguir con el lenguaje kantiano. La filosofía, de entrada, supone una renuncia a estudiar asignaturas que sí constituirían una propedéutica para lo que quiera que vayamos a estudiar después. De modo que, si hay una asignatura necesitada de justificación, esa es la filosofía.
En un artículo anterior prometía comentar un texto de la Introducción a la Filosofía de Julián Marías. Creo que en ese texto están las claves del problema que planteamos. En primer lugar, si es necesario justificar la presencia de la filosofía, es porque a priori la filosofía no es algo necesario pues
Ni el hombre ha hecho siempre filosofía, ni es seguro que la siga haciendo siempre en adelante.
La filosofía no se sigue de la naturaleza humana. Es algo que podemos hacer o no sin dejar de ser humanos (afortunadamente -añadiría). Así que nada de justificar la filosofía apelando a una presunta naturaleza humana. La filosofía surge en una situación concreta de unos hombres concretos, que se ven obligados a filosofar por una necesidad vital concreta.
De hecho, quien se matricula en un curso de la Educación Secundaria no es la ‘naturaleza humana’, sino Pepito o Juanita. Decía Ortega que el hombre no tiene naturaleza, sino historia, de modo que lo que hace las veces de ‘naturaleza humana’ en Pepito o Juanita es su historia, que, por cierto, incluye la historia de la situación en la que se ven obligados a vivir, quiéranlo o no. Dice Marías en el texto que trato de comentar:
como el ser del hombre incluye esencialmente todo lo que le ha pasado, y al hombre le ha pasado hacer filosofía desde hace veintiséis centurias, ésta es ya, desde luego y para siempre, un ingrediente de la vida humana, algo que pertenece -aunque no siempre ocurrió así- al ser del hombre
Como he dicho, no educamos a la naturaleza humana, sino a un individuo europeo del siglo XXI, y lo hacemos con el objetivo de convertirlo en alguien capaz de situarse en un mundo que no ha elegido. La educación tiene entonces como misión introducir a ese individuo en el mundo en el que le ha tocado vivir. Y ese mundo incluye -querámoslo o no- la filosofía. Para llamarse ‘educativo’, un sistema europeo del siglo XXI debe contener la filosofía como un ingrediente esencial. Dicho de otra forma, en la Europa del siglo XXI, el sistema educativo incluirá la filosofía o no será ni sistema, ni educativo. Un sistema educativo -aquí y ahora- sin filosofía es un sistema amputado, y eso es verdad aunque a muchos le resulte dicha amputación sumamente placentera. Y esta amputación tiene una consecuencia: la desorientación, la inautenticidad y, al final, la barbarie.
Como el post se alarga, concluyo planteando un nuevo problema. La filosofía es necesaria en el sistema educativo europeo del siglo XXI, pero ¿de qué forma? ¿Es la actual configuración de la filosofía la forma adecuada de incluir la filosofía en la educación?
No creo que ninguna civilización haya avanzado sin planteamientos filosóficos. Esta crisis nuestra, la Europea, es una crisis de valores, de falta de ética, del todo vale, de la macroeconomía, de la sustracción de la riqueza fundamentalmente dirigida por gobernantes a los que poco importa el pensamiento filosófico o el pueblo, sino más bien su propio interés y, sobre todo, el dinero. Podríamos decir que vivimos en la filosofía del dinero (si es que el dinero, per se, constituye alguna corriente filosófica -¿la del materialismo?-).
Los planteamientos sobre la crisis no se realizan en torno a la realidad de los ciudadanos (me río de la asignatura «educación para la ciudadanía» ¿qué ciudadanía? ¿la del mil eruista o la del parado?) sino a una realidad; los mercados financieros están permanentemente saqueando a la población ante la impasividad de políticos nada éticos, banqueros y hombres de poder. No existe la autocrítica ni control sobre éste, replanteamientos sobre cómo abordar la crisis desde otra perspectiva que no sea la de inyectar dinero aquí o allá.
La filosofía siempre ha aportado nuevas ideas a los hombres, desde visiones antropocéntricas, teocéntricas, ascetas, teorías que han ayudado a una mejor comprensión del Universo y por ende de nosotros mismos. La mayor parte de científicos han tenido y tienen una base profunda de conocimiento filosófico y una corriente de pensamiento que es inherente a la ciencia. A quienes más les hace falta filosofía hoy en día es a los políticos, un poco de creatividad, relacionarse menos con la banca y más con los grandes pensadores de nuestro tiempo (quizás con Sócrates tendrían suficiente, digo yo). Verdaderamente, tampoco me gusta lo que veo todas las mañanas, es tan repetitivo que ya aburre y cambio de canal mientras tomamos un café con leche. Aunque uno siempre espera alguna noticia positiva y esperanzadora. Nos hemos instalado en un círculo vicioso de negatividad al que parece le estamos cogiendo el gustillo.
En este mundo de locos, el filósofo es el cuerdo pero claro ¿cómo convencer al mundo de su locura?
No somos los hombres los que nos hemos vuelto locos, Chafino. Creo que es el mundo el que se ha vuelto raro. Creo que la única ‘cordura’ que se puede atribuir a la filosofía -si alguna- es la de extrañarse ante esa rareza.
Estoy de acuerdo en que es probable que la crisis sea algo más que una crisis económica. Ha comenzado con lo económico, pero la enfermedad avanzará. Hay que tratar de ver hacia dónde.
Excelente post Felipe ( y acertado tema el de Nacho Vegas…). Leí el artículo de José Penalva y creo que tiene muchísima razón, parece de una obviedad aplastante. Pero por desgracia ( y reconozco soy bastante pesimista) poco van a cambiar las cosas por más obvio que sea, porque en España lo obvio se diluye en la confusión con extremada facilidad; y es más, dudo mucho que la «gran política» de éste país (y no voy a citar a éste o a aquel partido, o al de más allá, ya que no tendría mucho sentido hacerlo) ignore esa cuestión, incluso dudo que ignore el papel que la filosofía podría jugar en el sistema educativo, no, no son ignorantes…son simplemente españoles, y hacen lo que todos ( el resto de españoles) queremos y les dejamos hacer. Creo que el problema educativo es parte y reflejo de un problema más profundo en éste país, es decir, éste problema no se reduce exclusivamente al sistema educativo imperante y a sus bases pedagógicas e ideológicas (llámese Logse-Loe, incluso Loce), que por supuesto son «el problema»,(y de los gordos), aunque más que un problema creo (y no me cansaré de decirlo) tendríamos que enfocarlo como una gran estafa, con la connivencia de todos por más que nos pese. Y muchísimo menos creo que se deba a una crisis de valores como comenta Chafino. El modo de estimar o valorar en éste país no ha cambiado en siglos. Como bien dice Penalva, es un problema estructural, pero no nos engañemos, la clase política tiene tanta culpa como cualquier otra clase o gremio en éste país, tal y como dice Ortega en ese magnífico libro que es «España Invertebrada». La clase política en éste país es tan particularista como cualquier otra, es más, la envidia y el odio que la masa siente hacía la excelencia es un mal endémico en éste país, y los políticos, también son parte de esa masa. No nos gusta que los mejores nos digan lo que tenemos que hacer, de hecho no hos a gustado nunca, ya que nos hemos creído desde siempre «mejores». Como dice Ortega: » En España lo ha hecho todo el pueblo, y lo que no ha hecho el pueblo, se ha quedado sin hacer».
Saludos a ambos.
Precisamente Antonio porque no han cambiado los valores, esos mismos valores que se han perpetuado en España durante siglos son los que han hecho de esta España una «nación» invertebrada. Verdaderamente como decía Ortega, aquí, en este país, todos arriman el hombro cuando había un proyecto común del cual se podía sacar tajada, p.e. la época de las grandes colonizaciones, especulación inmobiliaria (por poner un ejemplo más cercano). Ahí, todos los españoles sacamos pecho y nos orgullecemos de lo listos y grandes que somos pero, cuando hay que apechugar, entonces cada uno a lo suyo, nada de solidaridad y crece la picaresca. No hay solución sin conciencia. Y claro, la conciencia no nos va a venir dada por la clase política. Es a través del pensamiento, la educación y otro sistema de valores que la cosa pueda cambiar. Por eso es tan importante hoy y más que nunca invertir en educación y en filosofía (también en educación artística y en música, creatividad). Y no lo digo por peloteo a los filósofos, a los que os tengo gran admiración por las múltiples visiones que tenéis de la realidad, eso es fantástico y tan necesario en una sociedad tan unidireccional como la nuestra, abducida por el consumo de productos y subproductos para ser feliz (telebasura, imagología, culto a los estereotipos, etc.).
En realidad lo que se necesita es una reestructuración cognitiva. Este sistema está ya caduco y se ha de cambiar más pronto que tarde si no queremos pasarlo peor. Esto es lo que nos está diciendo la situación actual. Los políticos tienen que cambiar y la sociedad también, pero no solo en los aspectos económicos que son muy importantes sino en los esenciales. El cambio, como decía Krishnamurti, si es, será del individuo o no será. Ya sabemos lo peligrosas que pueden ser las masas en manos de manipuladores. Y ahora la televisión (Internet, radio, prensa, etc.) se encarga muy bien de manipular, de engendrar miedo, preocupación, esperanza, consumo, etc. Pero es que además se trata de una realidad muy fragmentada, poco examinada y volátil como los mercados.
Resumiendo, lo que ha ocurrido tras las elecciones lo veo como la demanda de los españoles (catalanes, vascos, gallegos, andaluces, valencianos, etc.) de un proyecto común. Esto no quiere decir que vayamos como borregos hacia el matadero sino más bien buscar un modus operandi que nos beneficie a todos en vez de perjudicarnos. Ahora bien, ¿será esto posible con Rajoy?. No los sé, como dice Felipe, vamos a ver qué camino se va trazando.
Si Kant te encargase diseñar un programa de asignaturas para el bachillerato tal que pudiese convertirse en universal ¿incluirías la Filosofía? 😉